La planeación asertiva no es una elección
A solo 311 kilómetros de distancia de Medellín está Apartadó que, de una u otra manera, se ha convertido en la capital de la región de Urabá, actual epicentro del desarrollo de los colombianos.
Tierra grata y fecunda, integrada por 11 municipios de Antioquia, con una población cercana a los 700 mil habitantes y características propias de un lugar destinado para el agro, en el que –si bien su economía ha estado marcada por la producción del banano- la ganadería, la pesca y la cosecha de plátano, palma de aceite, cacao, maracuyá, piña y coco hacen parte de las actividades que han aportado a su desarrollo y a la canasta alimentaria del territorio, lo que nos llevaría a pensar que es imposible que cambie o pierda su vocación.
Generalmente la han asociado con el conflicto armado, pero es mucho más: la región del grupo musical Zona Prieta; de los futbolistas como Cuadrado, Zúñiga y Amaranto y de los medallistas olímpicos como Catherine Ibargüen y Yuberjén Martínez, quienes nos han erizado con sus acciones deportivas, y nos han despertado el patriotismo a todos los colombianos. Está habitada por una diversidad de grupos raciales: negros, blancos, indígenas, mulatos, zambos, mestizos, y próximamente, serán: americanos, asiáticos y europeos.
Hoy Urabá toma mayor fuerza con el inicio de la construcción de uno de los tres puertos que se tienen proyectados allí y que nos permitirán avanzar hacia la competitividad del país.
No obstante, la obra podría cambiar las dinámicas sociales, culturales, políticas, demográficas y –principalmente- ambientales, desdibujando las capacidades de los territorios en los que tendrá impacto en la demanda de servicios ecosistémicos -como el agua. Las anteriores condiciones, obligan a los administradores públicos y empresarios, acompañados por la ciudadanía y la academia, a ser reflexivos y acertados en relación con la planificación.
Es muy probable que en esta subregión de Antioquia el campo sea reemplazado por edificaciones de industrias y bodegas de logística, pues a los empresarios les resultará rentable tenerlas ahí, con el agravante de que esa transformación va a requerir servicios del entorno natural que, en ocasiones, son escasos. Adicionalmente, se recrudecerán problemáticas como la generación de residuos sólidos y la adecuada gestión de disposición.
No se puede dejar por fuera la incidencia en la movilidad: es posible que parte de la carga que se origine en Bogotá pase al nuevo puerto -que queda 240 kilómetros más cerca que el de Cartagena-, incrementando la congestión y la degradación de la calidad del aire de Medellín y del Valle de Aburrá. Así las cosas, se necesitará infraestructura vial, reduciendo el espacio público para el disfrute de las personas, la movilidad sostenible y la economía.
También están las probabilidades de que parte de la carga del Triángulo del Café no sea trasladada al conocido puerto de Buenaventura, sino al nuevo, y, pese a que se estima que no se tenga que ingresar a la capital de los antioqueños, esto no garantiza que no suceda, porque allí pueden completarse fletes, logística, entre otros.
Un caso es el del municipio de Santafé de Antioquia, un pueblo ubicado en el occidente de Antioquia. Su vocación económica podría cambiar de sitio turístico a espacio logístico, pues sus tierras son menos costosas con respecto a las de Urabá y tienen una ventaja competitiva por la facilidad de llegada al puerto. No obstante, esa modificación puede generar presiones adicionales al municipio, que hoy sufre de escasez de agua y tiene problemas de movilidad. Lo que podría convertir a Medellín en un espacio habitacional, debido a que está a solo 40 minutos de distancia.
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en algunos de sus estudios, ha establecido que Antioquia solo produce el 25% de los alimentos que demanda. Es decir: se deben importar dos terceras partes de la comida que se consume. ¿Qué podrá ocurrir a corto plazo, cuando se pierda parte de la vocación agraria de Urabá?
El recurso hídrico también será un problema. Cada año, en Apartadó aumentan un 7% los usuarios nuevos que demandan agua, mientras que en el Valle de Aburrá son 2,3%. Turbo, Nueva Colonia, entre otros, carecen de continuidad en la prestación del servicio, superando periodos de hasta 24 horas sin agua en temporadas de sequía.
Son cerca de 40 mil campesinos, actividad de la que dependen aproximadamente 250 mil personas, y con la desaparición del agro es una población que quedaría cesante y sin tiempo u oportunidades para adquirir una nueva vocación laboral, debido a la ausencia de competencias en el tema industrial y logístico.
No cuestiono el puerto, invito a reflexionar y a planificar anticipadamente la forma de cuidar nuestros recursos naturales y así mantener la competitividad del territorio, no solo basados en infraestructura, sino en el cuidado de la salud de la gente y el mejoramiento de sus condiciones de vida de manera real.
La planeación asertiva no es una elección, es una decisión en función del deber ser para un bien común. Cuando esto se lleve a cabo, el pasar de los años demostrará que es posible construir un desarrollo responsable y sostenible en términos ambientales.