Ciudades sostenibles, esa es la prioridad

01.01.2024

La segunda mitad del siglo pasado fue, sin duda, la de mayor explosión demográfica que haya vivido la humanidad. Las ciudades colonizaron el horizonte, se convirtieron en el centro de la cultura, de la diversidad y, vaya paradoja, de nuestro encierro. En efecto, ese crecimiento exponencial y caótico que marcó, en buena medida, nuestro progreso es hoy el mayor reto que debemos enfrentar.

Para hacernos una idea, de los 48.258.494 habitantes que tiene nuestro país, según el último censo de población y vivienda (DANE, 2018), el 77 por ciento reside en las cabeceras municipales y el 45 por ciento está distribuida entre las ciudades capitales. Lo anterior, es un reto para generar conciencia ambiental y ser asertivos en las acciones para mitigar el impacto de la conurbación creciente, la falta de planificación urbana, la utilización y el consumo desmedido de los recursos naturales, y la alta generación de residuos.

Los factores fundamentales para garantizar nuestra supervivencia, como el abastecimiento de agua, la seguridad alimentaria, la estructura ecológica principal y el recurso energético se generan, en la mayoría de las veces, por fuera de las ciudades capitales.

Es el caso del Valle de Aburrá, integrado por diez municipios con Medellín -designada como la ciudad más innovadora del mundo- como núcleo: requiere, para ser viable y sostenible, de al menos otros 40 municipios antioqueños que están a su alrededor -y otros que están fuera del territorio metropolitano- para la gestión del patrimonio hídrico y otros recursos.

Esta realidad aplica también para ciudades como Bogotá y Bucaramanga, las cuales no serían viables sin el aporte ecosistémico de los municipios aledaños. 

Es decir, la supervivencia de lo urbano depende en buena medida de los recursos que provienen de lo rural, una verdad sencilla que en ocasiones queremos olvidar.

En cada uno de nosotros está entender y valorar la importancia de los recursos naturales. Educar es el medio por excelencia para transformar la sociedad y generar conciencia ambiental. Los efectos, producto del cambio climático y la variabilidad climática, desafían a los gobiernos departamentales, locales y, en términos generales, a todos, a participar de la transformación de los territorios y motiva también la modificación de algunos hábitos, si queremos que las ciudades y, por supuesto, sus habitantes perduren en el tiempo.

Optimizar el consumo de agua y de energía, hacer conciencia de los hábitos alimenticios, hacer compras locales que eviten emisiones, evitar el desperdicio de comida, utilizar constantemente el transporte público, la bicicleta y menos el vehículo particular, son acciones cotidianas que pueden hacer la diferencia en la protección y el cuidado del ambiente.

Para ser sostenibles necesitamos acciones constructivas y propositivas, así como el compromiso de los gobernantes, al entender que los retos ambientales no pueden ser parte de las discrepancias políticas.